Sacerdote catalán lleva sonrisas y fe a la selva peruana celebrando a su equipo de fútbol
Un sacerdote catalán en la Amazonía peruana combina su vocación con la pasión por el fútbol, llevando alegría y fe a comunidades remotas.

Una pequeña cruz de madera, colgada sobre su pecho en un modesto cordón oscuro, destaca sobre la sencilla camisa blanca del padre Luis, un sacerdote catalán con 25 años de vocación que realiza una labor evangelizadora en una remota zona de la selva peruana. Su rostro refleja una actitud tranquila y amable, saludando con entusiasmo y sonrisa a quienes lo reconocen, incluso en una fotografía junto a Javi Puado cerca de la estatua de Dani Jarque en la ciudad deportiva del Espanyol.
Hace unas semanas, un vídeo grabado por él en esa zona aislada de la Amazonía peruana se convirtió en un fenómeno viral entre los aficionados del Espanyol. En el clip se observa una sencilla pero acogedora construcción que alberga a una veintena de niños y niñas, todos en silencio y concentrados en una clase improvisada. La escena cambia cuando una voz les informa de que el Barcelona ha ganado la Liga; los niños permanecen en calma, pero en cuanto les comunican que su equipo, el Espanyol, seguirá en Primera, estallan en una alegría genuina. Esos 17 segundos filmados con un móvil han conmovido en las redes sociales, mostrando la inocente felicidad de pequeños que, a miles de kilómetros de Barcelona, celebran la victoria de su equipo favorito ante la UD Las Palmas.
El padre Luis llegó a esa zona después de un largo recorrido por su vocación. Originalmente fue socio del Espanyol, asistiendo a partidos en Sarrià, y tras estudiar teología en Toledo, Roma y Perú, ejerció en diferentes países entre 2006 y 2018. Después de regresar a Barcelona, renovó su carnet de socio, manteniendo la ilusión por su equipo. Sin embargo, su verdadera llamada lo llevó de nuevo a la selva peruana, donde lleva varios años trabajando en comunidades a la orilla del río Huayabamba.
Actualmente, en una visita a Barcelona para celebrar sus 25 años de sacerdocio y preparándose para regresar a Perú, el padre Luis comparte con orgullo que ya renovó su abono para la próxima temporada del Espanyol. Además, relata con sorpresa y emoción que, en su primer día en esa zona remota, encontró una taza del RCD Espanyol junto a la sacristía, lo que interpretó como un pequeño milagro: una señal de que ese era su lugar y su misión.
Con una visión llena de esperanza, confiesa que considera esas casualidades como señales divinas que reafirmaron su vocación en ese rincón alejado del mundo, donde continúa llevando el mensaje de fe y esperanza y celebrando cada victoria de su equipo, incluso desde la distancia más lejana. Para él, la pasión por el Espanyol y su misión en la selva peruana se cruzan en un símbolo de fe y comunidad que trasciende fronteras y kilómetros.