El Espanyol busca recuperar confianza tras la eliminación en la Copa del Rey con un juego intenso contra el Rayo Vallecano
El Espanyol buscaba demostrar su carácter y fortaleza ante un Rayo Vallecano que mostró su calidad en un partido cargado de emoción y polémica.
Herido en su orgullo tras la eliminación en la Copa del Rey, el Espanyol quiso mostrar sus mejores prestaciones ante un Rayo que completó una campaña extraordinaria el año pasado, que este curso disputa tres competiciones y que, por encima de todo, ataca sin complejos. Había que tener especial cuidado y acierto en ambas áreas. De algún modo, en el fondo, se trataba de alejar cualquier fantasma, duda o incertidumbre.
La fórmula de Manolo González era que sus jugadores marcaran territorio desde el inicio, presionaran con insistencia y no dudaran en acercarse a la meta visitante ante la mínima oportunidad. Y así fue. Los primeros seis minutos fueron especialmente productivos para el Espanyol, que pisó el área de Batalla sin complejos, aunque sin acierto, como evidenciaron Roberto antes de los dos minutos de juego y Calero, cuyo cabezazo salió ligeramente por encima del larguero. Fueron avisos de lo que ofrecerían los pericos a poco que mantuvieran el vértigo en ataque. Sin embargo, poco a poco el Rayo fue hilvanando su tela de araña ofensiva y se fue aproximando sin complejos ante Dmitrović, que tuvo que emplearse a fondo para desviar un disparo cercano de Unai López.
Tras ese aviso, los blanquiazules volvieron a la carga y Batalla intervino para desbaratar un par de acciones locales. Superada la media hora, tras una rápida contra blanquiazul, Dolan, muy incisivo, se escapó de Pep Chavarría tras robarle la pelota. El rayista, en su intento de recuperarla, acabó derribando al delantero inglés dentro del área. Penalti. Un penalti de pillo para uno y de impotencia para el otro. Roberto no perdonó y puso el 1-0.
La segunda parte comenzó prácticamente igual. El Espanyol a la carga, con una ocasión incluida de Cabrera, a la que respondió con solvencia Batalla, y un Rayo sin salidas precisas. Pero si los primeros 45 minutos tuvieron incertidumbre, la segunda parte fue pura vorágine.
El Espanyol encontró todos los huecos que le faltaron al inicio para acercarse con insistencia a la portería contraria. Batalla tuvo que multiplicarse y los locales mostraron pinceladas de buen juego y la intención de cerrar el partido cuanto antes, aunque no pudo faltar la polémica.
En una misma jugada se reclamó un posible derribo a Pickel cuando intentaba rematar en el área pequeña. La revisión del VAR, sin embargo, se centró en una mano de Mendy, separada del cuerpo, en un intento de remate de Calero. La imagen era muy clara, pero en el VAR no lo tenían tan claro y el árbitro, tras ver la acción, decretó que era involuntaria. Lo que otras veces se señala sin pestañear, en esta ocasión quedó en nada. Cosas del VAR y de un reglamento que se estira. Pero aún habría otra polémica: Kike García marcó en el minuto 81 un gol de temple ante la salida de Batalla. No parecía punible, pero el VAR lo anuló. Curioso fuera de juego para dejar una renta exigua, pero que consolida al equipo entre los mejores del campeonato.